Los seminarios se proponen realizar un acercamiento lúdico al entrenamiento del actor. Lo llamo entrenamiento porque mi propuesta es abordarlos con un ánimo y una intensidad deportiva, ejercitar el músculo de la imaginación y así desmitificar los supuestos sobre la inspiración y el talento.  Sí pasamos por el cuerpo la experiencia, comprobamos que todos podemos actuar, y la improvisación es la vía que habilita ese sorprendente camino de abrir, profundizar y fortalecer nuestro imaginario. 

El primer objetivo será entonces “instalar la posibilidad”, que el alumno viva que puede producir teatralidad; actuar, exorcizar fantasías sobre “ESO que imagino que quiero actuar”, “ESE personaje que quiero parar en escena”, “ESAS ESCENAS imaginarias o imaginadas a las que me gustaría ponerle el cuerpo”, o simplemente convivir con la sensación de vacío, que está lleno de deseo de algo que desconozco,  confiando que de la mano del entrenamiento, esas historias, o momentos irán apareciendo sin duda. Muchas veces eso que imaginamos y no encuentra palabras, encuentra escenas.  

A partir de ejercicios simples, que como toda practica se irán complejizando, el alumno comienza a tomar conciencia de su potencial creativo.

Utilizamos como estímulo: objetos, música, material narrativo. Parte de esta experiencia implica poder fracasar en la prueba para seguir probando, es  un trabajo intenso en el que el único resultado inmediato es el placer de hacerlo.